lunes, 11 de agosto de 2008

Sierra Productiva: Modelo de desarrollo contra la pobreza

Conozca la experiencia de los pobladores de Jabón Mayo en el Cuzco. El Gobierno tiene la oportunidad de convertirlo en política de Estado y así vencer la pobreza extrema.


Por Marienella Ortiz

En un lugar del Cusco, donde solo crece el ichu como mala hierba y donde el aire helado podría cristalizarse en las fosas nasales, los pobladores de la denominada microcuenca de Jabón Mayo generaron el milagro de convertirse en agricultores de hortalizas. Si antes la dieta diaria estaba basada en mote y papa, la vida de estos pobladores ha dado un giro de 180 grados, gracias a la utilización de tecnologías adaptadas a sus zonas que les permite consumir diariamente hortalizas de todos los colores.

Debido al desarrollo del agro, también se ha dado un salto en el rubro ganadero. Las vacas criollas, que producían dos litros diarios de leche, están siendo desplazadas por las productivas Brown Swiss que rinden 10 veces más. Otro rubro que cobra un mayor número de actores es el ganado de engorde. Es posible encontrar en algún establo un robusto toro que pese más de 500 kilos listo para venderse en S/.2,000 (US$714) o S/.3,000 (US$1,014) en las ferias ganaderas que comienzan a abundar en zonas aledañas. Con mejor carne y sabor, no resulta una ilusión que las mesas de los carnívoros más exigentes se satisfagan pronto con la producción local. Así, los tomates se han convertido en las manzanas y el yogur vendido en sachet, en los nuevos 'chups' de los niños de Jabón Mayo. Además de superar la falta de nutrición, estos pobladores trazan sus planes productivos para los próximos años. De esta forma, estos peruanos han comenzado a dar sus primeros pasos para conectarse con aquello que parecía tan lejano: el mercado.

UN PROCESO
Hace 14 años un grupo de campesinos comenzó a soñar con otra vida. El trabajo fatigoso no era gratificado en la misma magnitud. La pobreza era lo único que heredaban los hijos de los pobladores. Había que romper con esa cadena de sucesiones y para eso solo contaban con la tierra, el agua y el sol. Los peores meses del año son julio y agosto. Las heladas arrasan con cualquier vida vegetal o animal que permanezca a la intemperie en zonas cercanas a los 4.000 m.s.n.m. Sin embargo, este grupo de campesinos descubrió la manera de superar la adversidad del clima y la naturaleza, valiéndose de ellas mismas. Y lo más novedoso, la experiencia ha comenzado a replicarse en otras zonas altoandinas dentro y fuera del Cusco.

Agrupados en la Confederación de Campesinos del Cusco y con la iniciativa de la ONG Instituto para una Alternativa Agraria (IAA), consolidaron una serie de tecnologías productivas que provienen de los incas y también otras más modernas; todas en armonía con el medio ambiente. En conjunto, suman 18 tecnologías y su base está en el riego tecnificado. Con botellas y productos de la zona elaboran sus aspersores y sus bombas de agua. Eso significó que los campesinos dejasen de depender de las lluvias que caen tres meses al año para hacer uso de su propia lluvia a lo largo del año.

Con el tiempo, estos campesinos se autodenominaron 'yachachik' (quien lleva el conocimiento, en quechua), y el programa en su conjunto se ha bautizado como Sierra Productiva.
"Nosotros casi habíamos olvidado algunas de las prácticas de nuestros antepasados", reflexiona Félix Cayulla, secretario yachachik de la Federación de Campesinos del Cusco.
Una de esas prácticas es justamente hacer uso del ichu para abrigar, como con una frazada, a los brotes de hortalizas en los huertos hasta que puedan valerse por sí solos. De esos huertos brotan lechugas, zanahorias, cebollas, rabanitos, acelgas y nabos, productos habitualmente encontrados en la costa.

La gente de las zonas altoandinas en el rango de pobreza extrema tienen ingresos de entre S/.80 (US$29) y S/.200 (US$71.4) mensuales. "Si se adaptan estas tecnologías y reciben capacitación de los yachachik, solo en el primer año obtienen ingresos desde US$107 hasta los US$179 mensuales con la venta de sus animales o la elaboración de yogures, queques y otros productos. Esos ingresos no contabilizan las mejoras en la calidad de la alimentación. Ahora consumen productos que antes no existían", comenta Carlos Paredes, asesor del IAA.

PANETÓN DE BRÓCOLI
En la actualidad, las mujeres de los poblados que se acogieron al programa no tienen que ir a los mercados alejados de su comunidad, para complementar la dieta de los hijos. Basta con caminar unos pasos para coger de la tierra los vegetales que necesitan. Como parte de Sierra Productiva cosechan 13 tipos de hortalizas.

Ellos nunca antes habían probado una cabeza de brócoli o un atado de acelga. Debido a su poco contacto con la gastronomía costera están siguiendo su propio camino sin prejuicios. La mayoría elabora mermeladas de distintas verduras. Un pequeño pote de mermelada de perejil cuesta S/.2,5 (US$0.9), informa Aludia Flores, mujer de Jabón Mayo. En su mesa también figuran otras con sabor a nabo, oca y zanahoria. También los panes y los queques saben a beterraga o acelga. Incluso los panetones en Navidad fueron de brócoli. Los sabores no son marcados porque utilizan harina de las hortalizas, elaboradas con secadores artesanales alimentados con energía solar.

Además de esta nueva fuente de ingresos están los yogures, quesos y natillas. Sin embargo, el mayor ingreso lo estarían obteniendo del engorde del ganado. Un toro de más de 500 kilos es demandado en las ferias zonales de los domingos. Los cuyes y las carpas ( tipo de pez) también son otra fuente de ingresos. Ese es el caso de unos de los antiguos yachachik, Benigno Torres Ccuito, quien tiene pensado elaborar desde el 2009 jamón de cuy. Para eso, su hijo Marco Antonio estudia ingeniería industrial en la Universidad de Sicuani. Este joven ha emigrado temporalmente, pero regresará a su tierra natal para hacer empresa.

MODELO A REPLICAR
Cada cierto tiempo, Raymundo Martínez, poblador de la comunidad de Huancahuanca, del distrito de Huanoquite, camina un día entero cruzando cerros hacia la ciudad del Cusco para comprar sus víveres. Hasta hace tres meses su propia producción se restringía a papa y trigo. Sin embargo, Raymundo, junto al resto de sus 750 vecinos, decidió invertir S/.50 de los S/.100 mensuales que recibe del programa Juntos en la compra de semillas de hortalizas (S/.5) y semillas de pastos asociados (4 variedades por S/.45) para huertos.
Al siguiente mes, destinaron los S/.100 para comprar cuyes y gallinas ponedoras. Así, Raymundo ya no tiene tanta urgencia de esos viajes largos y agotadores. Pasa más tiempo en la chacra y con su familia.

En Huancahuanca se observa a simple vista el cambio. Entre las vecinas comienzan a compartir sus recetas de cocina. Silvia Córdoba tuvo en pocos meses una producción impresionante de zapallos. La hortaliza se presenta en su mesa en mazamorra o sopas. "Ahora mis hijos tienen un mejor rendimiento en el colegio. Antes sembraba maíz, papa y habas. En el futuro ampliaré mi huerto para comenzar a llevar lo cosechado al mercado del distrito", detalla.
Incluso en el colegio de la comunidad, San Isidro Labrador, los chicos tienen talleres para el aprendizaje del manejo de estas tecnologías. Basta entrar al fitotoldo (invernaderos) del colegio al mediodía para darse cuenta de que es posible cultivar productos de zonas cálidas: la temperatura al interior bordea los 30 grados.

Aunque en un inicio la idea de destinar el dinero del programa Juntos a este quehacer colisionó con el concepto de asistencialismo e incluso creó un conflicto entre los yachachik y sus beneficiarios, el Ministerio de la Mujer estaría evaluando muy seriamente el modelo de Sierra Productiva como un camino para romper con la espiral de la pobreza.

POLÍTICA DE ESTADO
Hasta el momento, 30,000 familias del Cusco, Huancavelica, Ayacucho y Apurímac han participado de Sierra Productiva con resultados. "Todo esto empieza por imitación. Uno observa que al otro le va mejor y entonces nos piden que les ayudemos en la implementación de las tecnologías", refiere el yachachik Félix Cayulla. En su microcuenca de Huasacmayo, el 70% de los pobladores tiene riego por aspersión. Para los yachachik este nuevo camino para superar la extrema pobreza ha quedado validado y es hora de que el Estado lo asuma como propio, para conectar a los campesinos con la bonanza económica.

La ministra de la Mujer, Susana Pinilla, acaba de presentar una propuesta a la Presidencia del Consejo de Ministros, para direccionar una parte del dinero de Juntos a labores productivas. En el oficio 440, la ministra plantea "agregar a las condicionalidades sociales ya existentes, el mejoramiento de las actividades productivas de la familia". Así, se buscaría instaurar un Juntos Produciendo, bajo el concepto de Sierra Productiva. Para Carlos Paredes es posible en poco tiempo expandir el programa a 400.000 familias. Ya no resulta un sueño.
Aludia con sus mermeladas; Benigno con su proyecto de jamones de cuy; Raymundo y Sivia con sus pasos en el comercio son solo algunas caras de ese Perú que se resiste a seguir siendo pobre y que puede avanzar a un mayor ritmo. Ellos necesitan al resto del Perú para lograrlo. ¿Qué esperamos? Ya existe la fórmula.

Fuente: Diario El Comercio 11/08/2008

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